Informalidad, uso indebido del espacio universitario y salud pública
Informalidad, uso indebido del espacio universitario y salud pública
«Se trata de poner límites claros para proteger lo público, lo común y, sobre todo, lo vital. Por ello, se propone que la UdeA avance hacia la creación de una red de puntos de venta institucionales de alimentos saludables, operados bajo criterios de salud, sostenibilidad y nutrición, con participación de facultades y escuelas como Microbiología, Nutrición, Salud Pública, Medicina y Ciencias Económicas. Esta red podría incluir comedores autosostenibles, kioscos móviles o módulos permanentes, donde se ofrezcan productos frescos, balanceados, y culturalmente adecuados a precios justos, promoviendo la economía solidaria y el emprendimiento regulado».
La Universidad de Antioquia es un espacio público que todos compartimos y cuidamos. Su vocación es académica, científica y cultural, y por ello debe mantenerse como un entorno seguro, saludable y respetuoso de las normas. No obstante, la proliferación de ventas informales dentro del campus ha traído consigo múltiples problemáticas que merecen nuestra atención colectiva y una respuesta institucional clara.
Estas ventas, que incluyen alimentos procesados y no procesados, cigarrillos, mecatos y bebidas, se realizan al margen de cualquier tipo de regulación sanitaria y administrativa. Muchas de estas actividades se llevan a cabo en zonas no habilitadas para ello, con conexiones inadecuadas a la red eléctrica y de agua potable, y disposición de los residuos de manera precaria e insalubre. Pero más allá del impacto en la infraestructura universitaria y el uso indebido de recursos públicos, el riesgo más grave es el que representa para la salud de nuestra comunidad.
La manipulación de alimentos en condiciones inadecuadas es una vía directa para la transmisión de enfermedades infecciosas. Sin refrigeración adecuada, sin control de temperatura, sin higiene en utensilios o en las manos del manipulador, los alimentos pueden contaminarse fácilmente. Un simple ejemplo: una empanada rellena con carne que ha permanecido durante horas a temperatura ambiente puede convertirse en un caldo de cultivo para bacterias como Salmonella o Escherichia coli. Si a esto se suma la posibilidad de contaminación cruzada con materia fecal por lavado inadecuado demanos tras usar el baño, o la contaminación con Staphylococcus aureus proveniente de la flora nasal del manipulador, el riesgo de intoxicación alimentaria o gastroenteritis es más que real.
Imaginemos un escenario plausible: un estudiante compra un alimento que tiene quesito y carne de una venta informal en las afueras de un bloque académico. El vendedor no usa guantes, no tiene acceso a agua potable para el lavado de manos, y manipula dinero y alimentos sin ninguna barrera higiénica. El queso ha estado expuesto al sol durante horas. Esa misma tarde, el estudiante comienza con diarrea, náuseas y fiebre. Al día siguiente, otros tres compañeros presentan síntomas similares. Todos habían comprado alimentos en el mismo punto. La consulta médica revela infección por Salmonella spp., probablemente derivada de una cadena de contaminación completamente evitable.
A esto se suma otro aspecto preocupante: muchos de estos puntos de venta informal se enfocan casi exclusivamente en productos ultraprocesados como papas fritas, snacks altos en sodio, bebidas azucaradas y dulces con exceso de calorías que promueven malos hábitos alimentarios. Al recorrer el campus universitario, da la impresión de que el único alimento disponible para nuestra comunidad son estos productos.Esta oferta limitada contribuye al deterioro nutricional, especialmente en una población joven que necesita opciones balanceadas y saludables. Es urgente que la Universidad impulse una oferta institucional de alimentos sanos, variados y asequibles, que fortalezcan la salud integral de estudiantes, docentes y trabajadores. Hoy por hoy, no existe una alternativa institucional atractiva y visible que compita con estas opciones informales y poco saludables.
A esta problemática también se suma la venta y el consumo de cigarrillos dentro del campus, lo cual contraviene las políticas de entornos saludables que debe promover una universidad pública. El tabaquismo no solo es una de las principales causas prevenibles de enfermedad y muerte en el mundo, sino que su consumo en espacios comunes expone involuntariamente a otras personas al humo de segunda mano, con riesgos comprobados de enfermedades respiratorias y cardiovasculares. Permitir la circulación de cigarrillos sin control dentro del campus refuerza conductas nocivas y atenta contra la salud colectiva.
Se hace un llamado respetuoso pero firme a toda la comunidad: estudiantes, docentes, trabajadores, directivos y visitantes. No se trata de señalar ni de criminalizar a personas que, muchas veces, buscan una forma de subsistir. Se trata de poner límites claros para proteger lo público, lo común y, sobre todo, lo vital. Por ello, se propone que la Universidad de Antioquia avance hacia la creación de una red de puntos de venta institucionales de alimentos saludables, operados bajo criterios de salud, sostenibilidad y nutrición, con participación de Facultades y Escuelas como Microbiología, Nutrición, Salud Pública, Medicina y Ciencias Económicas.
Esta red podría incluir comedores autosostenibles, kioscos móviles o módulos permanentes, donde se ofrezcan productos frescos, balanceados, y culturalmente adecuados a precios justos, promoviendo la economía solidaria y el emprendimiento regulado dentro de la comunidad universitaria. Con acompañamiento académico,regulación sanitaria y apoyo institucional, esta propuesta no solo sustituiría progresivamente la venta informal, sino que contribuiría activamente a la formación de hábitos saludables y al bienestar colectivo.
«Adicionalmente, la Universidad, a través de Bienestar Universitario, podría liderar de manera sostenida campañas educativas masivas que promuevan el consumo de alimentos saludables y seguros, es decir, libres de riesgos de contaminación y con adecuada trazabilidad e higiene, provenientes de proveedores confiables— respaldados en criterios de higiene y nutrición. Estas campañas también deberían fortalecer la apropiación de los espacios públicos como escenarios para el estudio, la convivencia y el diálogo académico, consolidando la identidad universitaria y la corresponsabilidad en el cuidado de lo común».
Elegir con conciencia dónde y a quién compramos no es un gesto menor: es una forma concreta de proteger la salud, cuidar los recursos de todos y preservar el sentido ético de nuestra universidad pública. La transformación comienza con una decisión individual, pero se consolida con una política institucional comprometida con la vida, el conocimiento, la salud y el bien común.
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