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Opinión

El oportunismo discursivo de Claudia López

04/12/2025
Por: Camilo Andrés Luna García. Estudiante del pegrado de Ciencia Política de la UdeA.

«Las conductas de Claudia López terminan revelando una tendencia de adaptación extrema al ambiente mediático, en la que su conducta es la del actor político que prioriza la supervivencia por la adquisición de poder, por encima de la fidelidad programática e ideológica, coqueteando de manera permanente con el lado de la opinión que considera predominante. Esta estrategia, si bien puede ser efectiva para ganar reconocimiento en el escenario político y alimentar su legitimidad en el corto plazo, termina erosionando la autenticidad de su figura de liderazgo y la confianza del electorado».

En el actual panorama político electoral, la coherencia discursiva es un valor cada vez más difuso y escaso, los lideres políticos, expuestos a las inevitables dinámicas de las redes sociales y el acelerado cambio en el «clima de opinión» que estas traen consigo mismas, se ven obligados a cambiar de manera frecuente sus discursos y narrativas. El caso de Claudia López, reconocida excongresista, exalcaldesa de Bogotá y actual precandidata presidencial, ofrece un ejemplo lo suficientemente claro sobre este panorama. A lo largo de su trayectoria como figura política, su discurso a sufrido giros notables en temas cruciales como la seguridad, la infraestructura, la migración venezolana y la política minero-energética. La incoherencia discursiva, no es un mero error ético o político, sino una oportunista estrategia de comunicación política orientada a la búsqueda de legitimidad electoral.

Hoy, cuando nos presentan la nueva cara de Claudia López, una mujer notablemente «renovada», en su aspecto físico, forma de hablar y vestir, vale la pena rememorar algunos de sus giros discursivos. El caso de Claudia López se puede analizar sobre la documentación de sus posturas previas vs. sus posturas más recientes, difundidas a través de redes sociales como Tik Tok y X —antes Twitter— , los cuales además de videos explicativos o comparativos, son archivos pragmáticos e inquebrantables de la memoria política:

Metro de Bogotá. En su rol de opositora y en plena campaña a la alcaldía de Bogotá, López defendió de manera acérrima la necesidad de un Metro Subterráneo para la ciudad, criticando e incluso demandando la propuesta contratada por el entonces alcalde Enrique Peñalosa, quien engavetó el proyecto de metro subterráneo y apostó todo por la alternativa elevada hasta dejarla contratada. Una vez en la alcaldía y enfrentada a la realidad contractual y financiera —la cual seguramente no desconocía— , no solo aceptó, sino que se convirtió en defensora número uno de la continuación del metro elevado ya contratado argumentando la imposibilidad jurídica de reversarlo.

El Fracking. Claudia López a lo largo de su trayectoria política, ha sido reconocida como una de las figuras ambientalistas más protagonistas del escenario político, llegando incluso a ocupar titulares de medios internacionales como BBC, con la etiqueta de «ecologista». Fue una dura crítica radical del extractivismo y del fracking como alternativa económica, apelando a sus graves riesgos ambientales, en la campaña a la presidencia del 2018 en la cual acompaño a Sergio Fajardo como su fórmula vicepresidencial. Hoy, de cara a las elecciones presidenciales de 2026, y con el afán de buscar protagonismo en foros gremiales, ha volcado su opinión, y pasa de la crítica al reconocimiento de la «necesidad de explotar todos y cada uno de los recursos ambientales del país», validando al fracking como una de las mejores opciones para lograrlo.

Sobre la población migrante venezolana. Durante su administración, Claudia López se vio en el ojo del huracán por señalamientos y comentarios estigmatizantes en contra de la población venezolana que vive en la ciudad de Bogotá, llegando a responsabilizarlos de la crisis de seguridad por la cual atravesó su alcaldía y alimentando de esta forma la xenofobia en contra de estos. Una vez culminó su administración, se convirtió en una de las más férreas y «solidarias» defensoras de la población venezolana, llegando a celebrar y acompañar el deseo del pueblo venezolano porque se materializara el cambio de régimen en las pasadas elecciones presidenciales de 2024 en Venezuela.

La violencia en Colombia. Uno de los cambios más notables en su línea discursiva ha girado en torno a los temas de paz, seguridad y violencia en Colombia. Como activista, López alcanzó a protagonizar de alguna forma la defensa de las causas sociales de la violencia en Colombia, declarando en algunas oportunidades en distintos micrófonos de medios de comunicación que, «la mayoría de Colombia no quiere pasado y derecha, tampoco quiere plomo», defendiendo de esta forma la salida negociada al conflicto con algunos actores armados. Como precandidata presidencial y de nuevo con el evidente afán de figurar como una de las voces «sensatas» en la opinión pública, ha declarado que de ser ganadora de la contienda presidencial ella no negociaría con ningún actor armado y que su solución girará entono al «plomo», «les vamos a dar plomo, plomo todo el que le quepa mi hermano».

Estos hechos no solo configuran todo un repertorio de oportunismo político, sino que se vuelven relevantes dentro de la esfera pública, configurando así un debate alrededor de si sus posturas políticas forman en realidad parte de su núcleo ético e ideológico o son simplemente la muestra de su oportunismo político al son de la conveniencia coyuntural. Mientras Claudia López justifica sus pronunciamientos en ideas alrededor de «lo que dije antes era en otro contexto», las redes sociales, los medios de comunicación y la oposición, han buscado cobrarle su oportunismo político tachándola de hipócrita y desacreditando su legitimidad.

Quien deposite todas sus esperanzas aun siendo las más mínimas en Claudia López, lo más seguro es que termine completamente desilusionado, las conductas de Claudia López terminan revelando una tendencia de adaptación extrema al ambiente mediático, en la que su conducta es la del actor político que prioriza la supervivencia por la adquisición de poder, por encima de la fidelidad programática e ideológica, coqueteando de manera permanente con el lado de la opinión que considera predominante. Esta estrategia, si bien puede ser efectiva para ganar reconocimiento en el escenario político y alimentar su legitimidad en el corto plazo, termina erosionando la autenticidad de su figura de liderazgo y la confianza del electorado. Además, esta alineación discursiva de Claudia López, de alguna forma, en un ambiente donde la «polarización» se ha exacerbado, deja al descubierto la necesidad de las figuras políticas por definirse de manera clara en uno de los espectros, preferiblemente el que más les beneficie de acuerdo con la tendencia del momento.


Notas:

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