Los anticuerpos contra la covid-19 disminuyen con el tiempo. Vacunarse sigue siendo la mejor defensa
Los anticuerpos contra la covid-19 disminuyen con el tiempo. Vacunarse sigue siendo la mejor defensa
¿Te aplicaste las tres dosis de la vacuna contra la covid-19 y crees que el virus ya es un asunto del pasado? Nada más alejado de la realidad. Diversos estudios, entre ellos uno realizado recientemente por la Universidad de Antioquia junto con el Laboratorio Departamental de Salud Pública de la Gobernación de Antioquia, han evidenciado que los anticuerpos generados tras la inmunización disminuyen con el tiempo, de modo que mantener los esquemas de vacunación sigue siendo clave para proteger la salud individual y colectiva.
El Ministerio de Salud recomienda aplicar dosis de refuerzo a mayores de 60 años, personas con comorbilidades, personal de la salud y gestantes, al menos seis meses después de la última vacuna.
Cinco años después, la covid-19 ya no ocupa los titulares de la prensa ni es tema habitual de conversación, y pareciera que la vida simplemente retornó a lo que era antes de la pandemia. Sin embargo, el virus sigue circulando y la protección que ofrecen las vacunas no es permanente, por lo que entender cómo evoluciona la respuesta inmunológica que producen las vacunas continúa siendo asunto de interés para la comunidad científica en el mundo, incluidos los investigadores de la Universidad de Antioquia.
«La pérdida de la inmunidad vacunal ha sido especialmente estudiada a partir de la emergencia de la variante ómicron y sus subvariantes detectadas a nivel mundial a finales del 2021 e inicios del 2022», explicó Doracelly Hincapié Palacio, doctora en epidemiología, docente e investigadora de la Facultad Nacional de Salud Pública de la UdeA.
A la fecha, el virus continúa causando enfermedad grave y hospitalizaciones, especialmente entre adultos mayores y personas con enfermedades de base. En Colombia, según datos del Boletín Epidemiológico —semana 42, el último publicado al respecto—, hasta mediados de octubre de 2025 se reportaron 6 901 casos, 119 de ellos con desenlace mortal.
De acuerdo con los epidemiólogos Viviana Lenis Ballesteros y Carlos Arango Úsuga—miembros del equipo de investigación formado por la Universidad de Antioquia y el Laboratorio Departamental de Salud Pública—, la enfermedad en el país mantiene una tendencia descendente: tras los más de tres millones de casos registrados en 2021, la cifra se redujo a 30 576 en 2023 y a menos de siete mil en lo corrido de 2025.
En Antioquia, la situación es similar. «Hoy, tanto en el país como en el departamento, la covid-19 se comporta como una enfermedad endémica, caracterizada por una circulación persistente, picos estacionales y brotes focales en poblaciones vulnerables, con un riesgo epidémico bajo pero constante asociado a la aparición de nuevas variantes y a los cambios climáticos», explicaron Lenis Ballesteros y Arango Úsuga.
En el resto del mundo, el panorama es similar. De acuerdo con información de la Organización Mundial de la Salud —OMS—, desde mediados de febrero de 2025 la actividad global del SARS-CoV-2 ha ido en aumento, con una tasa de positividad de las pruebas que alcanza el 11 %, niveles que no se observaban desde julio de 2024. Este aumento se concentra en las regiones del Mediterráneo Oriental, el Sudeste Asiático y el Pacífico Occidental. Por ello, la OMS insiste en que la vacunación sigue siendo una intervención clave para reducir la enfermedad grave y la mortalidad.
De acuerdo con Pablo Patiño Grajales, decano de la Facultad de Medicina de la UdeA y magíster en inmunología la circulación del virus se explica por factores como: mutaciones en sublinajes descendientes del SARS-CoV-2 que favorecen la reinfección y reducen parcialmente la neutralización por anticuerpos; cobertura vacunal heterogénea —es decir que no todas las personas o regiones tienen el mismo nivel de vacunación—; disminución de vigilancia epidemiológica y pérdida progresiva de la protección natural y vacunal con el paso del tiempo.
Disponibilidad de vacunas en Colombia
Hasta mayo de 2025, el país contaba con 198 800 dosis de la vacuna Pfizer-BioNTech —Comirnaty JN.1— y 20 400 de Moderna —Spikevax JN.1—, distribuidas en todo el territorio nacional. Su aplicación sigue los lineamientos de la Resolución 2495 de 2024 del Ministerio de Salud, que prioriza a mayores de 60 años, personas con comorbilidades, personal de la salud y gestantes.
Las vacunas sí funcionan y son seguras
Hincapié Palacio explicó que la protección conferida por las vacunas busca evitar la enfermedad grave y la muerte. Estos biológicos entrenan al sistema inmunológico para reconocer y defenderse del virus sin necesidad de exponerse directamente a él. Lo hacen introduciendo en el cuerpo una versión inofensiva —como una proteína, un fragmento de material genético o una partícula que lo imita— que estimula la producción de anticuerpos y activa las células de memoria. Así, si la persona entra en contacto con el SARS-CoV-2, su organismo lo identifica rápidamente y puede neutralizarlo antes de que cause una infección severa.
Cabe mencionar que los esquemas de vacunación contra la covid-19 se diseñaron no solo para proteger a cada individuo que los recibe, sino también para aplicarse a un número amplio de personas con el propósito de alcanzar la inmunidad de rebaño —es decir, aquella protección colectiva que se logra cuando una proporción suficiente de la población desarrolla defensas contra una enfermedad—. Por ello, la cobertura vacunal resulta determinante para mantener el control de la infección.
A pesar de la amplia información científica disponible acerca de la importancia y seguridad de las vacunas contra la covid-19, aún persisten prejuicios y desinformación en torno a ellas. Entre los más comunes están las creencias de que debilitan el sistema inmunológico, provocan enfermedades cancerígenas o que ya no son necesarias porque la pandemia terminó; incluso, circulan teorías casi cinematográficas que aseguran que, a través de ellas, se insertan microchips de rastreo. Estas ideas infundadas generan una falsa sensación de seguridad, reducen las tasas de inmunización y facilitan la circulación del virus, poniendo en riesgo a las personas más vulnerables.
Un estudio reciente del Centro Médico Universitario de Utrecht y del Departamento de Epidemiología de la Escuela de Salud Pública de Harvard, publicado por la National Library of Medicine – National Center for Biotechnology Information a mediados de 2025, analizó 120 estudios observacionales y ensayos clínicos en poblaciones especiales —mujeres embarazadas, niños y personas con afecciones específicas— y confirmó que las vacunas son seguras en estos grupos. Este hallazgo refuerza la confianza en los programas de inmunización y contribuye a optimizar las estrategias de vacunación a nivel global.
«La evidencia científica es contundente: las vacunas funcionan y son seguras, pero su protección no es permanente. Es necesario mantener los esquemas completos y los refuerzos periódicos», aseguró Patiño Grajales.
Vacunación en Colombia
Según cifras oficiales del Ministerio de Salud —con corte al 30 de abril de 2023— en el país se habían aplicado 90 690 218 dosis contra la covid-19: 36 355 832 primeras dosis, 37 065 632 esquemas completos, 14 849 667 primeras dosis de refuerzo y 2 419 087 segundas dosis de refuerzo.
Comprender cómo evoluciona la respuesta inmunológica es crucial para orientar estrategias de refuerzo y vigilancia. Con ese propósito, investigadores de la Universidad de Antioquia y del Laboratorio Departamental de Salud Pública adelantaron un estudio sobre la persistencia de anticuerpos en grupos de riesgo.
Las defensas contra la covid-19 no duran para siempre
El estudio «Serovigilancia de anticuerpos IgG anti-SARS-CoV-2 en grupos de riesgo de Antioquia (2022–2023)», liderado y financiado por el Laboratorio Departamental de Salud Pública, y desarrollado junto con investigadores de la Universidad de Antioquia, vinculados a los grupos de investigación Inmunodeficiencias Primarias–Errores Innatos de la Inmunidad y Grupo Académico de Epidemiología Clínica, adscritos a la Facultad de Medicina; el grupo de Epidemiología de la Facultad Nacional de Salud Pública, y la Escuela de Microbiología, permitió medir la persistencia de la inmunidad en 11 municipios de Antioquia, incluido Medellín, evidenciando la reducción significativa en los niveles de anticuerpos generados frente al virus.
En total, participaron 1 958 personas vacunadas, de las cuales el 11.6 % eran adultos mayores institucionalizados —es decir, personas que viven en hogares geriátricos o centros de cuidado permanente—, el 27.7 % pertenecían a la comunidad universitaria y el 60.7 % eran trabajadores de la salud.
Si bien cerca de 2 000 personas aceptaron ser parte del estudio, el análisis longitudinal —es decir, el seguimiento a los mismos participantes durante varios meses para observar la evolución de sus niveles de anticuerpos— se realizó en 561 individuos con esquema de vacunación completo a través mediciones serológicas completas durante más de un año.
«En el estudio que realizamos medimos los niveles de anticuerpos IgG, que son los encargados de reflejar la memoria inmunológica, es decir, la huella que deja el contacto con el virus o la vacuna. Encontramos que, aunque el 99.8 % de los participantes tenía anticuerpos tras el esquema completo, estos niveles disminuyeron significativamente entre seis y doce meses después», explicaron Marta Ospina y Seti Buitrago Giraldo, investigadores del Laboratorio Departamental de Salud Pública de Antioquia.
La Inmunoglobulina G (IgG) es el tipo de anticuerpo que más abunda en el cuerpo. Se encuentra en la sangre y en otros fluidos, y brinda protección contra las infecciones bacterianas y víricas.
Los hallazgos de la investigación también mostraron que la reducción fue más marcada en personas mayores de 60 años y en quienes tenían alguna comorbilidad. Pese a ello, los investigadores destacan que la presencia inicial de anticuerpos fue muy alta y que la pérdida no implica ausencia total de protección.
«Con la evolución del virus y la aparición de variantes como ómicron, observamos una reducción de los anticuerpos o defensas que genera el organismo tras la vacunación. Esa disminución no significa que las personas queden desprotegidas, porque existen otros mecanismos como la inmunidad celular, que pueden mantenerse más estables en el tiempo. Sin embargo, sí refuerza la importancia de continuar con las dosis de inmunización», añadió Héctor García docente e investigador de la Facultad de Medicina de la Universidad de Antioquia.
A diferencia de los anticuerpos, que circulan en la sangre y se reducen con el tiempo, la inmunidad celular actúa como una memoria de largo plazo del sistema inmunológico. Está mediada por células que reconocen al virus incluso cuando los anticuerpos ya no están presentes en niveles detectables. De acuerdo con los investigadores, en este estudio no se midió ese tipo de defensas debido a las exigencias técnicas y los costos que implica, aunque reconocen que esa memoria inmunológica también cumple un papel esencial para mantener la protección frente a la enfermedad grave.
«Conocer sobre la memoria de contacto con el virus, es decir el comportamiento de los niveles de anticuerpos IgG en una población es fundamental para diseñar estrategias de vacunación, así como para detectar poblaciones con alta tasa de infección o baja presencia de anticuerpos», afirmó Lucía Tamayo Acevedo, docente e investigadora de la Escuela de Microbiología de la UdeA.
Estos hallazgos aportan evidencia importante para fortalecer la vigilancia serológica y orientar las decisiones de inmunización en Antioquia. Además, coinciden con reportes internacionales que muestran una disminución progresiva de los anticuerpos y respaldan las recomendaciones de la OMS de aplicar dosis de refuerzo entre seis y doce meses después de la última vacuna, especialmente en los grupos de mayor riesgo.
«Los refuerzos vacunales no son una medida temporal, sino una estrategia sostenida para cuidar la salud individual y colectiva. Mantener los programas de vacunación es una responsabilidad compartida que garantiza la protección de todos», concluyó Hincapié Palacio.
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