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La Licenciatura en Ciencias Sociales, concibe su proceso formativo como una suerte de «viaje epistémico y ontológico» (a través del ser y el conocer) constituido por unos trayectos que los estudiantes han de atravesar si su deseo está puesto en formarse como maestros de ciencias sociales. Apoyados en Sanjurjo (2005)[1], podemos definir dichos trayectos como los fragmentos espacio-temporales en los que ocurre la formación, es decir, donde se despliegan y materializan los discursos, o si se quiere, las narrativas, sobre los educativo, lo pedagógico, lo didáctico y lo disciplinar que el programa ha tejido en su devenir, con el propósito de formar maestros críticos y autónomos que comprendan su realidad y se comprometan a transformarla. Esos trayectos, siguen la ruta de la interpretación, la explicación y la comprensión, que son los tres acontecimientos fundamentales del conocer que contempla el enfoque hermenéutico-reflexivo en el que se funda nuestra concepción sobre la formación de maestros.

Trayecto Uno: de Interpretación

Durante este trayecto se pone el énfasis en la interpretación, y por ende en el sujeto como el constructor de sentido o intérprete por excelencia de la realidad. Aquí el interés está centrado en el conocimiento de quién interpreta y desde donde lo hace. Lo fundamental es conocer las interpretaciones previas (horizonte) del intérprete, el pensamiento con el que piensa el mundo en el que interactúa. Ello significa que ese sujeto-intérprete ha de mirar en primer lugar, hacia sí mismo, para lograr identificar las pre-comprensiones que tiene y de qué modo influyen en su proceso formativo. En este trayecto se busca originar entre los maestros en formación, una fisura que provoque una posterior ruptura representacional con la transmisión educativa dada, para dar cabida al proceso de comprensión como momento de posibilidad de transformación de sí y de lo otro. El posicionamiento de un sujeto maestro que se exprese de un modo singular, a través de la búsqueda de sentido y de la comprensión de la vida en su integralidad

Trayecto Dos: de Explicación

En este trayecto, se pone en juego el ejercicio especulativo de la explicación, y el centro lo ocupa la relación del sujeto con los objetos y los contextos.  Acá se potencia la apertura del diálogo con la tradición o el contexto, como lugar donde se sitúan los saberes acumulados a lo largo del tiempo, como horizontes de la existencia humana. Por consiguiente, en este trayecto el foco está puesto en lo epistemológico: en la discusión, en el diálogo entre el sujeto-interprete y el mundo (sujetos, objetos y contextos). Aquí se potencia la construcción crítica del conocimiento, a través del despliegue de las preguntas, del pensamiento sobre las cosas (el mundo), y del hallazgo de relaciones y/o contradicciones entre ellas. Es el espacio tiempo donde el sujeto-intérprete se dota de las herramientas analíticas, metodológicas y conceptuales necesarias, para entrar en diálogo con otros puntos de vista, como vía para poder crecer en la comprensión (aspecto ontológico) y poder así, transformar su contexto, o verlo de otro modo (dialéctica identidad/alteridad). La explicación es, entonces, la conjetura, la deducción que hace el intérprete sobre el texto (discurso, contexto, fenómenos) para desentrañar las relaciones existentes entre sus estructuras de significación.

Resultados de Aprendizaje Trayecto Tres: de Comprensión

En este trayecto se pone de relieve la comprensión, como labor de descubrimiento y apropiación de nuevos sentidos por parte del sujeto para la creación de otras realidades posibles. En el proceso de comprender, los sujetos, desde su horizonte, se apropian de los contenidos de la tradición, entran en relación profunda con el mundo, es decir, se introducen en la interioridad de lo otro, del otro y al hacer este ejercicio de alteridad, consiguen comprender a la vez, su identidad, y poner en tela de juicio “la supuesta verdad propia” (Gadamer: 2001: 83) que han construido al entrar en contacto con esa tradición. Esto hace parte del sano cuestionamiento de los prejuicios imperantes sobre lo educativo que los maestros en formación habrán de hacer, en el marco de una formación que contempla la crítica, como un componente ineludible de su horizonte. Aquí se consolidan los procesos vividos en los trayectos anteriores toda vez que se da la ampliación del horizonte de sentido con respecto a los conocimientos sobre lo interpretado. En este punto se da la apertura hacia una nueva interpretación (una nueva pre-comprensión), es decir, hacia un nuevo comienzo. Aquí se produce el entendimiento del todo a partir de las partes y viceversa, se produce lo que se conoce como el “círculo hermenéutico” (circularidad de la comprensión). Aquí tiene lugar esa relación dialéctica entre explicación y comprensión, asumida por la teoría hermenéutica de Ricoeur (2010) como vía para trascender el dualismo epistemológico sujeto/objeto que domina en la visión positivista del conocimiento.